lunes, 12 de agosto de 2013

KELVIN COVER: FAN, AMIGO Y CAMPEÓN

Siendo adolescente, Kelvin Cover soñaba ser como Arnold Schwarzenegger, sin imaginar que años más tarde estaría junto a él en una exhibición de fisiculturismo que tuvo lugar en Las Vegas, Estados Unidos. Sin embargo, no se jacta de eso, sino de haber llegado con humildad y sacrificio a convertirse en el levantador de pesas que más medallas ha traído en honor a su país, Honduras. El niño que creció pescando en la Laguna de Alvarado de Puerto Cortés comenzó a sentir la pasión por cultivar el cuerpo cierta vez que encontró a un amigo levantando unos hierros viejos, quien mostrándole una foto de Schwarzenegger le preguntó si quería ser como él. Tendría unos 16 años el joven de piel morena cuando imitando a su amigo se entregó al deporte de levantar hasta rieles del ferrocarril para hacer ejercicios a su manera y dejar de ser un alfeñique. A sus manos llegó también una revista del famoso instructor mundial de cursos a distancia Charles Atlas que enseñaba el método de tensión dinámica, el cual puso en práctica. En eso estaba cuando fue reclutado para que hiciera el servicio militar en el Tercer Batallón de Infantería comandado entonces por el coronel Juan Alberto Melgar Castro. Allí conoció a un oficial a quien admiraba porque su tiempo libre lo dedicaba a levantar pesas; pero se conformaba solo con verlo ejercitarse porque a los reclutas, como él, no se les permitía participar en ese tipo de actividades. Al terminar su servicio salió con la idea de meterse a un gimnasio y la única institución en San Pedro Sula que le daba esa oportunidad era el Cuerpo de Bomberos, así que se alistó como bombero voluntario. Sin embargo, para hacer uso del gimnasio había que pagar cinco lempiras mensuales que al muchacho no le sobraban en el bolsillo, por lo que se ofreció para barrer el local con tal que le permitieran usar el equipo de hacer músculos. Un día, viendo su cuerpo sudado frente al espejo se dio cuenta que ya estaba listo para competir y le pidió al comandante Borjas que le diera el honor de representar a la institución en un certamen que se realizaría en la ciudad. ‘No vas a poder”, le dijo su superior, pero Kelvin siempre se fue, solo a traer el trofeo del primer lugar. De allí en adelante se convirtió en una carta de triunfo de los Bomberos en cuanto certamen de culturismo se presentaba dentro y fuera de la ciudad. De los Bomberos saltó al Gimnasio Olímpico para competir a nivel centroamericano, primero en Costa Rica de donde se trajo un tercer lugar, y luego en Guatemala, que lo vio alzarse con el trofeo del primer lugar. De allí nadie lo detuvo porque no perdía ninguna competencia. ‘Ya ganó ese negro’, decía la gente cuando se daba cuenta que el representante de Honduras en un certamen internacional era Kelvin Cover. En cierta ocasión aguó la fiesta a los participantes en un campeonato que tenía lugar en un hotel de Antigua Guatemala, porque llegó directo a ganar cuando todos creían que ya no se presentaría. “A alguien se le ocurrió reunir solo campeones invictos para la competencia a la que fui invitado. Llegué media hora antes de las categorías mayores, ya habían pasado las menores, me puse aceite en el cuerpo y cuando me vieron llegar, alguien dijo: ‘Ya se descompuso esto’. En efecto, volvió a alzarse con el primer lugar. Por esa época ya había regresado triunfante del mundial del 84 que tuvo lugar en Egipto, por lo que había razón para que le temieran adonde quiera que fuera a competir. El camino para llegar a ese sitial no fue fácil. En una ocasión tuvo que comer hígado crudo de res durante tres meses, y asolearse por 60 días consecutivos para poder ganarle al beliceño Tomás White. No niega que le tenía miedo porque era un moreno cortado, es decir, con su musculatura bien marcada, por eso decidió “luchar como caballo” para ganarle. Recuerda que solamente le faltaba vencer al beliceño para ser campeón absoluto de Centroamérica y poder competir en el mundial de Suecia.Cuando Kelvin llegó a Belice, quemado y rapado, era el más negro de todos los negros, dice. Tenía la piel como de charol debido al hígado crudo que había estado comiendo para dejar apabullado al beliceño. Kelvin logró su propósito y se trajo el primer lugar, pero no volvió a comer hígado ni cocido. Como en Honduras no se puede vivir solo de triunfos y tenía una familia que alimentar, un buen día hizo sus maletas y se fue a trabajar a Estados Unidos. Fue director de un gimnasio en Miami, pero también repitió las hazañas que lo hicieron grande en Honduras, ganando en todos los eventos a los que se presentaba.Sus triunfos le dieron el pase para participar en el Mister Olympia, una competición que se celebra anualmente y alberga a los mejores culturistas de todo el mundo; pero cuando ya estaba listo se vino el huracán Andrés y el evento se suspendió.Cuando regresó a Honduras -después de cuatro años- ya su esposa Sonia Cruz estaba asistiendo a la iglesia evangélica y lo motivó para que él también lo hiciera.Kelvin no solo recibió a Jesucristo en su corazón, sino que realizó estudios bíblicos hasta graduarse de Bachiller en Teología. Fue entonces cuando dejó a un lado las pesas para dedicarse a pastorear almas. Actualmente lo hace desde el púlpito de la iglesia Vislumbres de Gloria de la aldea El Carmen. Dieciséis años estuvo fuera de los gimnasios, hasta que el Nautilus lo llamó para que le sirviera como instructor de instructores, sin que tuviera que apartarse de la Biblia. Ahora es formador de cuerpos y de almas. También tiene una fábrica de aparatos para hacer gimnasia que nada tienen que ver con los que hacía con pedazos de hierro cuando comenzó a prepararse para ser campeón de campeones. Entre sus vivencias como fisicoculturista, Kelvin Cover recuerda una mezcla de triunfo y de tragedia. Fue en el mundial del 84 cuando recibió una medalla de manos del presidente de Egipto, Anwar el Sadat, y a los pocos días fue asesinado.“No nos habíamos venido de Egipto cuando recibimos la noticia de que el Presidente había sido asesinado, lo cual nos conmovió porque una semana antes me había impuesto una medalla. Yo en cambio le entregué un cuadro del pintor hondureños Roque Velásquez. Era un paisaje de Honduras”, recordó Cover. En la mente del ex campeón también quedó grabada una imagen que tuvo de niño mientras pescaba en Puerto Cortés. Fue el año de la guerra entre Honduras y El Salvador cuando vio aparecer el cuerpo decapitado de un salvadoreño flotando en las aguas. Por ese tiempo se encontró también en medio de un fuego cruzado mientras “atarrayaba” con su hermano en el mar.“Tuvimos que lanzarnos al agua para salvar nuestras vidas. No sabíamos que había toque de queda a causa de la guerra. Pero en Puerto Cortés, su ciudad natal, tuvo recientemente una sorpresa emocionante. Resulta que fue invitado de honor de Un Mister Honduras que tuvo lugar en la Base Naval; pero no esperaba que fuera recibido con honores." Relata que cuando entró, los asistentes le aplaudieron de pie, lo cual no esperaba. “Volví la vista hacia atrás creyendo que era a otra persona a la que aplaudían, pero era a mí”.

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